¿Qué futuro energético nos espera?

Desde el año pasado el coste de la energía se ha disparado, y mucha gente empieza a tener problemas para poder hacer frente al pago de las facturas de luz, gas, gasoil y otros combustibles. La situación se prevé especialmente crítica para este próximo invierno donde se estima que 1 de cada tres hogares españoles no podrá calentarse este invierno, poniendo a casi 5 millones de personas en situación pobreza energética.

Desde las grandes empresas energéticas se justifica esta subida por el aumento de coste de los combustibles fósiles, especialmente el gas, y por el conflicto de Ucrania que que ha reducido drásticamente el suministro de gas ruso a Europa. Sin embargo, son muchos más factores los que explican esta subida desproporcionada, ya que de hecho, nuestro estado apenas importa gas ruso. Más allá de la situación coyuntural de poca disponibilidad del gas ruso está el agotamiento de los combustibles fósiles. Llevamos años oyendo, aunque no le hayamos prestado mucha atención, que el petróleo no es infinito y que estábamos sobrepasando el pico del petróleo, es decir, el punto a partir del cuál se habrían extraído ya la mitad de las reservas y quedaría por extraer el petroleo más costoso y de peor calidad, y estas subidas de los combustibles fósiles están provocadas en gran medida por este hecho. Es decir, que aunque hoy mismo terminase el conflicto bélico de Ucrania, el precio de los combustibles no bajaría a los mismos niveles que estaba antes. ¿Significa esto que tendremos que acostumbrarnos a pagar estos precios por la energía a partir de ahora? No necesariamente. Afortunadamente existen alternativas para abaratar el precio de la energía, y a continuación apuntamos alguna.

  • La primera y más lógica es reducir nuestro consumo energético. Eso no quiere decir que tengamos que renunciar a calentar nuestros hogares en invierno, pues todo el mundo tiene derecho a la energía necesaria para satisfacer sus necesidades básicas (alimentación, transporte, hogar, etc.),pero es cierto que, en la historia de la humanidad, somos la generación que más energía consume y el consumo energético de nuestra sociedad se ha disparado hasta niveles insostenibles, sobre todo los países occidentales. Se puede mantener e incluso mejorar nuestro nivel de vida con un consumo energético menor y más racional. Un ejemplo claro es el uso del coche. Nuestra movilidad depende en gran medida del uso del vehículo privado. Nos hemos acostumbrado a usar el coche para casi todo (ir al trabajo, hacer la compra, llevar a los peques al cole, etc.), cuando existen alternativas mucho más económicas y saludables como por ejemplo el transporte público o la bicicleta. Una reducción de nuestro consumo energético supondría una menor demanda de combustibles fósiles, lo que sin duda abarataría el precio de la energía. En esta línea van las medidas de ahorro energético propuestas por el actual gobierno, y que sin duda apoyamos, pero que son claramente insuficientes.

  • En segundo lugar está reducir nuestra dependencia de los combustibles fósiles. La transición a hacia las energías renovables no puede esperar más, no solo por la necesidad de frenar el cambio climático, sino también por que la energía proveniente de fuentes renovables como el sol, el viento o el agua es mucho más barata. Tenemos la suerte de vivir en un país donde tenemos abundancia de sol y viento, y no se entiende, salvo por los intereses de las grandes compañías energéticas, que nuestro modelo energético siga siendo tan dependiente del gas o el petróleo. Es cierto que en los últimos años se ha incrementado el número de plantas solares o eólicas, pero más que grandes centrales fotovoltaicas o eólicas, que también suelen tener efectos ambientales negativos, lo que necesitamos es producir nuestra propia energía para no depender de las grandes compañías, porque mientras tengamos que comprarle la energía será el oligopolio eléctrico quien fije su precio para seguir garantizando sus beneficios. En este sentido faltan aún medidas, tanto legislativas como financieras, que ayuden a las familias a generar su propia energía.

  • En tercer lugar está la reforma del mercado eléctrico y gasístico. El actual sistema de fijación de precios en el mercado eléctrico es un sistema marginalista donde se paga toda la energía producida por las distintas tecnologías al precio de la más cara que adquiere en la subasta. Cuando la demanda es muy alta y no puede cubrirse con energías baratas, como la solar, la eólica o la hidráulica, es necesario recurrir a fuentes más caras, como el petroleo o el gas, que incrementan notablemente el precio de la factura. Parte del problema podría resolverse con las medidas anteriores, es decir, reducción del consumo o aumento de la oferta de energía renovable, para que no fuese necesario recurrir a las caras en las subastas, pero sería mucho más sencillo reformar el sistema de fijación de precios para que no fuese marginalista, y se pagase cada energía a su precio real de producción. Para esto solo es necesaria voluntad política, pero, lamentablemente, gobiernos están muy influenciado por las grandes corporaciones energéticas a quienes no les interesa este cambio porque supondría una merma significativa de sus beneficios. No por casualidad muchos políticos acaban en los consejos de administración de estas empresas. Para provocar este cambio es necesario que nos empoderemos y constituyamos plataformas como la Plataforma por un Nuevo Modelo Energético que presione al gobierno desde los intereses de las personas consumidoras.

  • En cuarto lugar está la creación de empresas energéticas públicas. En muchos estados de la Unión Europea existe empresas energéticas controladas por el Estado, como por ejemplo Francia o Suecia, donde el 100% del sector energético es de titularidad pública. En el Estado español también existían empresas públicas de energía como Endesa, pero fue privatizada en la época del PSOE de Felipe González y del PP de Aznar. Disponer de una empresa pública de energía, donde no fuese necesario obtener beneficios para repartir dividendos, no solo abarataría el precio de la energía para el consumidor/a final sino que nos daría una mayor soberanía energética. De nuevo, la creación de esta empresa pública solo requeriría voluntad política.

  • Y en quinto lugar está un reparto energético equitativo. El derecho a la energía, al igual que el agua o la vivienda, debe contemplarse como un derecho básico, y los gobiernos deben garantizar este derecho. Si el precio de la energía sube hasta niveles prohibitivos para muchas familias, el gobierno debe crear subvenciones para que todo el mundo tenga acceso al mínimo de energía necesario para cocinar, calentarse o disponer de agua caliente. Esta línea va la demanda de una tarifa social justa por parte de la Plataforma por un Nuevo Modelo Energético que acabe con la pobreza energética.

Para profundizar en estos temas, y resolver las dudas que puedan tener las vecinas y vecinos de nuestro pueblo, como por ejemplo, ¿cómo independizarse energéticamente?, ¿qué ayudas hay para la autogeneración?, ¿qué comercializadoras eléctricas son más interesantes?, ¿qué tarifas son más ventajosas? o ¿qué ayudas sociales hay para las personas con pocos recursos?, desde el Foro Social de Campo de Criptana hemos organizado un conversatorio con Soledad Montero de la Plataforma por un Nuevo Modelo Energético el próximo viernes 4 de noviembre a las 20:30 en la Casa de las Asociaciones.

Os invitamos a asistir y participar pues es un tema de actualidad que nos afecta a todas.

Salicor Ecologistas en Acción
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Asociación

Salicor es un grupo de Ecologistas en Acción de Campo de Criptana que trabaja por la defensa del medio ambiente, principalmente en el ámbito local, desde los principios de la ecología social.

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