Educación para la ¿Ciudadanía?

Si hay un tema sobre el que posiblemente todas y todos estemos de acuerdo es que la educación de nuestras hijas e hijos no funciona bien. El recién publicado informe Pisa pone en evidencia lo que, por otro lado, ya presumíamos, y es que los españoles cada vez andamos peor en materias tan básicas para el desarrollo personal e intelectual como la lectura o las matemáticas. Algunos dirán que es el precio que hay que pagar por incluir en los currículos valores mucho más importantes para las personas y las sociedades como la libertad, la verdad, la conciencia crítica, la solidaridad o la tolerancia y el respecto a la diversidad. Pero lo cierto es que tampoco se aprecia que nuestros jóvenes hayan asimilado estos valores mejor que las generaciones pasadas, y baste para ello echar un vistazo dentro de la aulas y en las familias para descubrir un preocupante aumento de la violencia, la falta de respeto a los padres, tutores y profesores, e incluso racismo y xenofobia.

Preocupado por esta situación, el actual gobierno ha aprobado recientemente una nueva asignatura de obligada impartición en todos los centros. La asignatura de Educación para la Ciudadanía pretende ser la receta del gobierno a este desaguisado educativo.

Pero esta asignatura, a parte de haber levantado una fuerte oposición en sectores importantes de nuestra sociedad, especialmente en la jerarquía de la Iglesia Católica, no resolverá el problema, porque la causa del problema no está en nuestro sistema educativo sino en la propia sociedad capitalista.

Si queremos formar verdaderas ciudadanas y ciudadanos, tendremos que empezar por aprender a distinguir la verdadera libertad, de la apariencia de libertad que nos ofrece el mercado. Somos libres para elegir el producto pero no podemos dejar de consumir. Somos libres para elegir el banco al que pagar, pero no podemos dejar de hipotecarnos. Y mientras tanto somos esclavos de un trabajo cada vez más precario que nos permite seguir comprando para nuestros hijos a cambio de alejarnos de ellos.

Tendremos que aprender a distinguir la verdadera libertad de expresión, de la que nos venden los medios de comunicación masivos al servicio de los intereses de las corporaciones.

Tendremos que aprender a distinguir la verdadera democracia del derecho a votar cada cuatro años, para que luego los gobernantes se olviden de la ciudadanía y se rindan a los dictámenes de las grandes empresas.

Y tendremos que aprender a distinguir la verdadera realidad del espejismo de sociedad del bienestar que nos muestran, cuando tres cuartas partes de la población mundial casi no tiene para vivir para que a nosotros no nos falte de nada.

Mientras el sistema capitalista siga anteponiendo los valores económicos a los humanos, seguiremos formando consumidores, pero no ciudadanos. Acabar con este sistema injusto e inhumano no es sólo responsabilidad de los padres y profesores, sino de todas y todos. Hacen falta intervenciones consensuadas, y los consensos requieren tiempo, para escuchar, para reflexionar, para aportar … Tu participación en un foro como este puede ser el primer paso.

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